¿Piel sintética o natural? El eterno dilema a la hora de elegir el tapizado de nuestra casa. Obviamente, optar por una polipiel reduce el precio pero como dice el refrán: lo barato sale caro. Las ventajas de la piel natural son innegables y aquí explicamos por qué.

Toda marca que se precie ofrecerá al cliente final un sofá, un tresillo o una silla tapizada en piel. Bien… aquí acaba el dilema si preferir o escoger entre piel natural o piel sintética. Claro está que para gustos los colores, al igual que los bolsillos. La economía que brinda la piel sintética está «a años luz» de la calidad y durabilidad, entre otras, que ofrece la piel natural. Pero, créanme, precisamente por estos dos motivos últimos vale la pena escoger un forro de piel natural. A no ser que el mueble sea para atrezzo o para un lugar público cuyo valor se desestime en un año a lo sumo.

No obstante esto no nos trae a este blog, sino, precisamente y dentro de la elección por la piel natural, qué tipo escojo para que mi sofá, por ejemplo, sea el rey de mi salón. La mayoría de los clientes finales desconocen la variedad y capacidades de las diferentes pieles naturales, o mejor dicho, de las diferentes partes de la piel y sus capacidades para ser utilizadas en tapicería. Pues bien, a continuación enumeraremos y diseccionaremos el elemento piel y veremos las oportunidades que nos da este tipo de material para elegir, dentro de una calidad digna, la que más nos convenza.

El animal casi es lo de menos, aunque según el mismo, su piel variará y así su calidad, ya sea por su suavidad, durabilidad, color, textura, etc… Lo que nos trae es a concretar qué partes existen en cualquier piel, porque el órgano se divide, no es un todo, y por ello saber cuál es la parte más conveniente a nuestro gusto y bolsillo (por las características diferenciadoras y su durabilidad también tiene enormes diferencias de precios, pero no dejará ya de ser piel).

La piel se divide en epidermis, dermis y tejido subcutáneo. Y la zona que más nos va a interesar es la de en medio, la dermis, por un claro motivo, es la única con la que se puede tapizar debido a que la epidermis, la parte más exterior, apenas alcanza un 1% de la totalidad de la piel y es la primera parte que se desprecia con la manipulación del curtido. Y el tejido subcutáneo, donde se encuentran las partes más próximas al músculo, tampoco nos servirá para su manipulación.

La dermis, por tanto es la zona de la piel que una vez curtida y tratada con tintes y otros elementos, servirá para cubrir los tresillos. Ésta, a su vez, se divide en capa de flor y capa reticular.

Con la capa de flor se está consiguiendo el máximo en calidades de resistencia y flexibilidad, en cambio la reticular requiere mayor tratamiento (lijado, estampado, tintado, lacado, etc…). Claro está que el tratamiento lleva a una mayor resistencia para el uso en el tiempo, con lo cual las reticulares duran mucho más, pero no por ello son de mayor calidad. Cuanto más natural, mejor, teniendo en cuenta un buen trato en el uso de la piel.

Dentro de la capa de flor también hay diferencias, la piel plena flor y la piel flor. La primera tiene un tratamiento muy ligero (todas las pieles se tratan, no obstante) pero conserva su aspecto más natural. Cuanto más tratamiento mejor para evitar los defectos de la piel del animal producidas por enganches, insectos, etc… Por ello si se conjugan los dos aspectos de menor tratamiento por mayor conservación positiva de la piel y piel plena flor, el resultado será el óptimo.

Por otra parte, y dentro de la piel reticular podemos escoger subproductos de menor calidad, pero que siguen siendo piel, el serraje, con fibras menos compactas y por ello de menor durabilidad y la ecopiel, que contiene restos de látex, algodón u otros componentes externos a la simple piel y que rebajan todavía más su resistencia a la luz. Y su desgaste será mayor con lo que la calidad será la última dentro de este amplio abanico de posibilidades.